Análisis del Plan de la Patria
12.- Construir e impulsar el modelo económico productivo
eco-socialista, basado en una relación armónica entre el hombre y la
naturaleza, que garantice el uso y aprovechamiento racional, óptimo y
sostenible de los recursos naturales, respetando los procesos y ciclos de la
naturaleza.
A partir de la norma
Constitucional y todo ese conjunto de normas y ordenamientos jurídicos
positivos, se establecen los principios rectores y técnicas de control de
actividades susceptibles de degradar el ambiente y comprometer el desarrollo de
las futuras generaciones con un enfoque
humanista en el sentido más amplio. Los humanos vivimos en la tierra, en este
envoltorio que permite la vida en todas sus variadas formas y expresiones
bióticas, incluyendo la humana. Por tanto, las actividades susceptibles de
degradar el ambiente inciden directamente en la salud y bienestar humanos.
Nuestra conexión sistémica con los suelos, el aire, las aguas, el resto de las especies
vivas, el clima, los paisajes, la humedad, nos hace parte de la estructura
ambiental. Como especie somos al mismo tiempo agentes de la destrucción
ambiental y víctimas de los efectos adversos de esa conducta suicida. Por
consiguiente, es de nuestra absoluta responsabilidad la conservación de la vida
que implica, obviamente la protección de las condiciones naturales que hacen
posible la permanencia de ese fenómeno en el planeta (la biosfera y sus
componentes).
Con la acentuación de
la crisis económica y la introducción del desarrollo sostenible. Hago
referencia a una cita textual del autor Luis Fernando Macías G.; quien expone: “la separación entre el ser humano y la
naturaleza comienza a desaparecer, y da lugar a una concepción integral y holística.
El hombre hace parte de la naturaleza, no se puede analizar por fuera de ella;
se pasa de una concepción puramente antropocéntrica a una concepción biocéntrica.
No se puede considerar al ser humano como un ser independiente de la
naturaleza. La concepción incluye, las aguas, las plantas, los animales, las
tierras, e, incluso, las ciudades y las condiciones de vida”. Por su parte,
para enfocar aun más este objetivo cito a continuación la Carta Mundial de la
Naturaleza (Asamblea General, ONU, 28/10/82) la cual recoge una nueva filosofía:
“Cualquier forma de vida es única y
merece ser respetada, cualquiera sea su utilidad para el hombre, y a fin de
reconocer ese valor intrínseco en los organismos vivientes, el hombre debe
regularse según un Código Moral de Acción… la humanidad forma parte de la
naturaleza y la vida depende del funcionamiento ininterrumpido de los sistemas
que son la fuente de la energía y de las materias nutritivas”.
Actualmente el problema
no es la ausencia de instrumentos jurídicos, ni la falta de conocimientos
científicos acerca de la organización y funcionamiento de los ecosistemas
naturales y del impacto de las actividades humanas sobre los componentes de la
biosfera y la propia salud y bienestar del hombre. El problema es de naturaleza
política, tiene que ver con el poder político y económico de los Estados. Ya
que si ellos asumen con voluntad, decisión inquebrantable y responsabilidad la
protección de los bienes ambientales de acuerdo con los principios, política y
técnicas de regulación podría garantizarse la conservación de la vida en el planeta,
también a través de la educación ambiental,
la cual será un herramienta indispensable para este nuevo plan de vida y
crecimiento social que nos permita adquirir una nueva orientación y destrezas de operatividad sobre los modos
de producción en consonancia con una distribución equitativa
de nuestras riquezas naturales. Sumándonos y sensibilizándonos colectivamente con el ambiente estaremos a tiempo de redimensionar nuestras
vidas, alcanzando el máximo desarrollo sostenible e igualmente transferible a
las generaciones futuras, garantizando su integridad y continuidad de uso.
Bibliografía
consultada: Introducción al Derecho Ambiental. HENRIQUE MEIER. Ediciones
Homero. Caracas,2007.
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